Cómo el bambú (o guadua), usado durante milenios en Sudamérica, está revolucionando la construcción antisísmica
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Cuando un terremoto de magnitud 7.8 sacudió Ecuador en abril de 2016, la ciudad costera de Manta sufrió graves daños. Su vibrante centro comercial Tarqui quedó completamente arrasado. Las calles de la ciudad quedaron marcadas por profundas grietas que se tragaron los escombros de ladrillo y hormigón de los edificios. Hoy, Manta está en gran parte reconstruida, pero una parte inesperada del legado de aquel terremoto aún permanece visible. En la zona que fue el epicentro del terremoto, un mercado de pescado se alza bajo un pabellón de bambú junto a la costa. Allí se encuentran el centro de información turística, un restaurante y una estación de bomberos, todos construidos con bambú. De hecho, en toda la ciudad y la provincia circundante de Manabí, cientos de casas tradicionales de bambú siguen en pie. «Todas fueron construidas antes del terremoto», afirma Pablo Jácome Estrella, director regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Bambú y el Ratán (Inbar). «Se mantuvieron en pie». El bambú se ha utilizado como material de construcción durante milenios en Sudamérica, África y Asia, y crece en abundancia en muchos países de estas regiones. Sin embargo, solo recientemente se ha empezado a reconocer su resistencia sísmica gracias a un creciente número de investigaciones y pruebas de choque en laboratorio, que indican que sus notables propiedades naturales podrían hacerlo ideal para resistir terremotos. Edificios que se doblan Saltar WhatsApp y continuar leyendo Únete a nuestro WhatsApp Recibe el mejor contenido de BBC News Mundo en tu celular Suscríbete aquí Fin de WhatsApp La gente de la costa ecuatoriana solía esperar a que la luna estuviera en cuarto creciente para cosechar el bambú antes de llevarlo al mar para limpiarlo y conservarlo, explica Jácome Estrella. «Decimos que tenemos 10.000 años de historia del bambú», afirma. Otras culturas también han utilizado el bambú durante mucho tiempo para construir techos u otros elementos interiores. A pesar de esta historia, el potencial del bambú no siempre fue evidente en Manabí. Jácome Estrella cuenta que en la década de los 2000 un profesor de arquitectura de Manta se percató de que el departamento de bomberos de la ciudad prohibía la construcción con bambú, pues lo consideraba inflamable (lo cual es cierto, pero se puede reducir el riesgo de incendio mediante tratamientos ignífugos). Así que empezó a trabajar como bombero voluntario. «Los convenció para construir una estación de bomberos con bambú», afirma. Esa estación, con su amplio techo abovedado lo suficientemente grande como para albergar varias escaleras mecánicas y camiones cisterna, sobrevivió al terremoto de 2016. «La naturaleza lo diseñó para que se doblara», explica Bhavna Sharma, profesora asociada de la Universidad del Sur de California, cuya investigación se centra en el uso del bambú en la construcción. Los tallos de bambú (los tallos huecos y verticales) son ligeros, lo que reduce la masa de una estructura, y las investigaciones demuestran que la ductilidad que les permite resistir vientos fuertes también les permite absorber el impacto sísmico. «Los edificios deberían moverse durante un terremoto», afirma Sharma. «Simplemente queremos controlar cuánto se mueven». Un estudio posterior al terremoto de más de 1.200 edificios en Manabí reveló que, en general, los edificios de hormigón armado sufrieron mayores daños que los de madera y bambú, según Sebastian Kaminski, ingeniero estructural de la consultora de construcción británica Arup, quien participó en esa misión. Sin embargo, señala que la tendencia se invirtió en algunas localidades, y añade que los datos posteriores al terremoto también deben interpretarse con cautela. En este caso, por ejemplo, se recopilaron varias semanas después del suceso, cuando muchos edificios ya habían sido demolidos. Actualmente, un proyecto lanzado en 2021 por Inbar y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo ha construido cientos de nuevas viviendas de bambú en Manabí, la provincia ecuatoriana donde se ubica Manta. También ha impartido formación a unos 200 estudiantes de la Universidad de Manabí sobre técnicas de construcción con bambú, como el tratamiento de los tallos y el ensamblaje de paneles. Construir una casa de dos habitaciones cuesta menos de US$20.000, según Jácome Estrella, un precio similar al de una vivienda construida con materiales más convencionales. «Hay un dicho que usamos: es la madera de los sabios», afirma refiriéndose al bambú. «Es renovable, sostenible y tiene un bajo impacto en el mercado». Estas nuevas viviendas se inspiran en un método de construcción tradicional llamado bahareque, conocido en inglés como wattle and daub (encalado y barro), en el que una malla de bambú se cubre con una capa de tierra húmeda. Un punto de inflexión Los investigadores comenzaron a estudiar seriamente el bambú a principios del siglo XX. En 1999, tras un terremoto de magnitud 6.2 que azotó la región cafetalera del centro-oeste de Colombia, los observadores notaron que las edificaciones de bahareque parecían haber resistido mejor que las construidas con materiales de mampostería, como ladrillos y bloques de cemento. «Ese terremoto lo cambió todo», afirma Luis Felipe López, gerente general de la Fundación Base Bahay, con sede en Manila, que diseña y construye viviendas de bambú en Filipinas. «Para el gobierno fue evidente que estas casas de bahareque salvaron muchas vidas». López, nacido en la región de Colombia afectada por el terremoto de 1999, trabajaba en ese momento en su tesis de ingeniería estructural y observó la escasez de investigaciones sobre las propiedades estructurales del bambú. Los códigos de construcción globales se habían desarrollado a partir de siglos de investigación por ingenieros de Estados Unidos y Europa que «nunca habían visto bambú», explica. Y el Sur Global «copió y pegó los códigos de construcción del norte». El terremoto llevó al gobierno de Colombia a invitar a expertos, entre ellos López, a investigar las propiedades del bambú guadua, la especie autóctona utilizada en la construcción de bahareques. En 2002, gracias a sus hallazgos, Colombia se convirtió en el primer país en contar con un código de construcción específico para la edificación con bambú. López llevó su trabajo a Base Bahay, fundada en 2014 para crear un









