Biniam Girmay, la perla negra de los sprints: «Quiero pasar la montaña y ser como Sagan»
El velocista eritreo, subcampeón mundial sub-23 en Lovaina, habla con EL MUNDO sobre su gran comienzo año y su pasión por la Milán-San Remo. «La bicicleta es algo cultural en Eritrea y esa pasión se la debemos a los italianos. En mi país, la herencia colonial italiana se hace muy palpable a través del ciclismo. Todo el mundo se sienta allí a disfrutar con el Tour de Francia, el Giro o la Milán – San Remo». El tono mesurado de Biniam Girmay Hailu, primer medallista negro en un Mundial, sólo se quiebra cuando habla de su patria y de la centenaria Classicissima, donde algún día pretende imponer su potencia en las rampas de la Cipressa y el Poggio. De momento, el triunfo de la pasada semana en el Trofeo Alcudia de la Challenge de Mallorca consolida a Birmay como una de las más florecientes promesas del UCI WorldTour. Desde la concentración alicantina del Intermarché Wanty, el equipo que le ha extendido un contrato hasta 2024, Girmay atiende a EL MUNDO. Su discurso mezcla la frescura del recién aterrizado en la elite con el poso de quien, con sólo 17 años, dejó todo atrás en busca de un futuro en el Centre Mondial du Cyclisme (CMC) de la UCI. Familiares y amigos quedaron en la opresiva Asmara, mientras Biniam se establecía sobre las frescas praderas de Aigle. «Los comienzos en Suiza fueron muy duros. No sólo se trataba de un cambio en el clima o en el paisaje, sino que me sentía muy pequeño», recuerda Biniam. «Procedíamos de sitios muy diversos, como Colombia, Argentina u otros países africanos, pero terminamos formando un buen equipo, así que me siento muy agradecido a la UCI», rememora. Su primer aldabonazo como júnior, entre los bosques de las Ardenas, llegó tras batir a Remco Evenepoel. LOS ELOGIOS DE HINAULT En enero de 2019, cumplida la mayoría de edad, Biniam se convirtió en el primer corredor nacido en el siglo XXI con un triunfo ante profesionales. Bernard Hinault, invitado estrella de aquella Tropicale Amissa Bongo disputada en Gabón, le hizo entrega del trofeo y no escatimó halagos ante los periodistas. «Ha corrido con una inteligencia que debería ser ejemplo para muchos y ha demostrado que el futuro del ciclismo también pasa por África», apuntó el pentacampeón del Tour, asombrado aún por su poderío frente a especialistas como Niccolò Bonifazio o André Greipel. El primer contrato profesional con el Delko-Marseille, a comienzos de 2020, puso a Biniam a las órdenes del vizcaíno Gorka Gerrikagoitia. De allí, el salto al Intermarché Wanty, donde ni siquiera se demoraría un mes para vencer en la Clásica Grand Besançon Doubs. Aunque el día que cambió su vida llegó el pasado 24 de septiembre. En la prueba en ruta sub-23, Biniam sorprendió con una apabullante remontada para colgarse la plata mundialista en Lovaina. La gloria por un día para Eritrea, una de las dictaduras más atroces de África. Entre los costurones de la guerra con Etiopía y la persecución a los disidentes, la bicicleta parece el único eje vertebrador contra la miseria. «Todo el mundo, para ir al colegio o al trabajo, usa una. A diferencia de otros países vecinos, los chavales empiezan a una edad bastante temprana, como 10 o 12 años. Yo también tuve una de esas mountain bikes, de color azul. Hasta que mi padre hizo el gran esfuerzo económico de comprarme un modelo de carretera. Era una Trek y pagó por ella 4.000 euros», rememora tras su último entrenamiento por Alfàs del Pi. «Aquí no hay demasiado tráfico y el clima ayuda mucho. El entorno es fantástico para trabajar», afirma.
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