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Fue una de las mayores bases navales de Estados Unidos en el mundo, pero en las últimas décadas las instalaciones de Roosevelt Roads en Puerto Rico se habían convertido en una simple curiosidad turística.
Y es que desde su cierre en 2004, y a pesar de los numerosos planes anunciados por las autoridades locales para darle nuevos usos, Roosevelt Roads no había logrado superar su condición de «base abandonada».
Hasta ahora.
En los últimos tres meses, la antigua base naval ha recuperado parcialmente el rol que tenía antes de su cierre como centro de operaciones de las fuerzas militares estadounidenses.
Allí han sido desplegados los cazas F-35 de última generación movilizados por el Pentágono en el contexto de la operación que está ejecutando EE.UU. en el Caribe, cuyo objetivo oficial es la lucha contra el narcotráfico, pero que muchos han interpretado como una acción de presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
A la antigua base también han sido trasladados numerosos recursos de apoyo para operaciones militares, como equipos de comunicación o torres de control de tráfico aéreo móviles.
Además, según una investigación gráfica realizada por la agencia Reuters, se han estado realizando reparaciones y mejoras importantes en las pistas de aterrizaje y de rodaje, lo que permitiría su uso tanto para el despliegue de cazas como de aviones de carga, como el gigantesco Boeing C-17 Globemaster, usado por las fuerzas estadounidenses para el transporte rápido de tropas y de suministros.
Toda esta actividad ha reabierto en Puerto Rico el debate sobre la conveniencia de la reapertura de la base de Roosevelt Roads, un objetivo que las autoridades estadounidenses no han esbozado formalmente pero que en la isla caribeña despierta tanto entusiasmo como rechazo.