El Sevilla derriba al Elche firme en su idea: la persecución no ha terminado
Papu Gómez y Rafa Mir deciden el triunfo del equipo de Lopetegui, abrazado por sus futbolistas tras una semana en la que ha perdido a un familiar (2-0). El partido arrancó extraño. El Sevilla parecía desanudado. Apretando arriba, buscando el gol con entusiasmo; muy diferente a esos otros comienzos que tanto gustan a Lopetegui: horizontales, contenidos, fríos, prospectivos. El Tecatito Corona empujó a los de blanco como un niño que grita «¡pelea!» en mitad del recreo. Suyo fue todo lo bonito que sucedió en la primera parte. En el 12 regaló un gol a En-Nesyri, pero no le hizo aprecio. Fue un pase profundo y prístino. Un camino de baldosas amarillas. El ariete dudó, amagó un regate, pero Enzo Roco ya había logrado arrebatarle el balón. Apenas seis minutos más tarde, el marroquí falló de nuevo lo indebido. Rakitic probó a Edgar Badía con un disparo durísimo y ajustado al palo. El cancerbero evitó el gol con una estirada prodigiosa, pero dejó el esférico desmayándose frente a la portería. En-Nesyri se lanzó a por el cuero, los aficionados alzaron los brazos, el árbitro se llevó el silbato a la boca… pero antes de rematar a una portería vacía, cuando el gol parecía irremediable, se resbaló. Sin más. Tan trágico, tan liviano. Sin confianza, sin velocidad y sin colmillo, el dorsal 15 se quedó en el vestuario cuando acabó la primera parte. Salió Munir. Hasta ese momento, tras el inicio esperanzador de los locales, que duró lo que el chisporroteo de una bengala, sobrevino un fútbol lleno de interrupciones e imprecisiones. FLUIDEZ TRAS EL DESCANSO El Elche defendía adelantado, excelente en la anticipación, oscureciendo la parcela que ocupaba el Papu Gómez. Mascarell y Gumbau infatigables y Pere Milla revoloteando en torno a Bono, incomodando a una zaga armada muy cerca de su arquero. La lesión de Palacios, que fue sustituido en el 39, obligó a los franjiverdes a bajar la intensidad y esperar el refrigerio para retomar el asedio. La reanudación fue más ágil. El juego fluyó y se encarnó el peligro en ambas áreas. Un disparo de Rakitic permitió adornarse a Badía. Mascarell probó suerte con un derechazo lejano que se fue rozando el palo de los anfitriones. Ambos entrenadores agitaron los banquillos en busca del gol. Mir y Delaney al césped por parte de los nervionenses. Pastore por Fidel en el bando visitante. La grada zumbaba como en las entrañas de un avispero. Tiritaba la paciencia local cuando el Papu agarró un balón en el costado izquierdo. Buscó la perpendicular, se deshizo de los marcadores y chutó severo y raso. La pelota, desviada por Verdú, murió en la red. El Elche, desfondado, no pudo levantarse ya tras el golpe. Sólo cinco minutos después, Mir marcó de cabeza tras un buen centro de Martial. Respiró aliviado el Sánchez-Pizjuán. Los futbolistas se abrazaron a Lopetegui. La persecución aún no ha terminado.
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